sábado, 26 de enero de 2013


Consultas en el Reino Unido y en Cataluña

Las crisis económicas han obligado siempre a los políticos a desplegar todas sus capacidades  para poner en práctica soluciones imaginativas. La profunda y duradera crisis que estamos viviendo en sus distintas fases desde el año 2008 ha agotado los recursos a disposición de los gobiernos, independientemente de su signo político, para hacer frente a los desafíos de una situación cada vez más peligrosa. En Europa, la severa política de austeridad impuesta por Alemania, llevada a cabo sin duda por las buenas intenciones de control de la inflación, estrangula el crecimiento económico, lo que se traduce en un aumento del paro, como está ocurriendo en España.

Una difícil situación económica con poco margen de maniobra del ejecutivo para recuperar los niveles razonables de déficit público, como es el caso catalán, ha estimulado el malestar en parte de una sociedad proclive a vivir de espaldas al proyecto nacional español. Por otra parte, los problemas internos de partidos nacionalistas como CiU, con los escándalos de financiación irregular con el dinero de Bruselas destinado a la formación no contribuyen a serenar el ambiente.

Cualquier referéndum tiene como carta de presentación el ejercicio de la libertad democrática de sus ciudadanos. Esto en principio es bueno. Sin embargo, cuando los ciudadanos no ejercen sus derechos desde la razón y se dejan llevar por sentimientos ancestrales, estimulados por políticos de turno con intereses poco claros, la consulta se puede convertir en una trampa que puede conducir a la fractura de la sociedad y la inevitable generación de fuerzas centrífugas que rompen la cohesión y la necesaria convivencia en una situación de crisis.

Las consecuencias e implicaciones de un referéndum sobre la pertenencia o no a un país, no son las mismas que las de un referéndum sobre la pertenencia o no a la Unión Europea, aunque ambas consultas sean de alguna manera consecuencia de esta situación de crisis. La política del Reino Unido con respecto a la Unión Europea siempre se ha caracterizado por una falta de voluntad de entendimiento con Bruselas, y los euroescépticos no son un colectivo insignificante. Por otra parte, no hay que perder de vista los intereses financieros de la City que sufrirían un gran revés si se produce la salida del Reino Unido, y al fin y al cabo, todo se reduce a la economía. Las declaraciones de David Cameron, dirigidas a potenciar el papel de los Estados-nación como alternativa a un proyecto europeo más centrado en los ciudadanos, choca frontalmente con los planes de Bruselas.

En ambos casos, las consecuencias de un triunfo de los separatistas en el caso catalán y los euroescépticos en el caso británico, serían negativas tanto por el deterioro de las relaciones comerciales (Cataluña tiene un intercambio comercial con el resto de España de más del 47% del total de sus exportaciones, y en el Reino Unido las exportaciones a países fuera de la Unión Europea son también importantes, aunque superan a las exportaciones al resto de la Unión Europea), como por el nuevo horizonte de fragmentación y desestabilización social que supondrían el nuevo status.  

 

Referenda in the UK and in Catalonia

Economic crises have forced politicians to always deploy all its capabilities to implement creative solutions. The deep and lasting crisis we are experiencing at different stages since 2008 has exhausted the remedies available to governments, whatever their political colors, to address the challenges of an increasingly dangerous situation. In Europe, the severe austerity imposed by Germany, performed without doubt the good intentions of controlling inflation, strangling economic growth, resulting in a rise in unemployment, as is happening in Spain.

A difficult economic situation with little room to recover executive reasonable levels of public deficit, such as Catalan, has stimulated the discomfort of a society prone to live with his back to the Spanish national project. Moreover, internal problems as CiU nationalist parties, with irregular funding scandals with money from Brussels for training do not contribute to calm the atmosphere.

Any referendum is letter exercising the democratic freedom of its citizens. This is good in principle. However, when citizens do not exercise their rights through reason and feelings are driven by ancestral politicians turn stimulated with unclear interests, the query can become a trap that can lead to fracture society and inevitably generate centrifugal forces that break the necessary cohesion and coexistence in a crisis situation.

In both cases, the consequences of a victory for the separatists in the case of Catalonia and eurosceptics in the British case, would be negative by both the deterioration of trade relations (Catalonia has a trade with the rest of Spain for more than 47% of total exports, and in the UK exports to countries outside the European Union are also important, but exceed exports to the rest of the European Union), and the new horizon of social fragmentation and destabilization that would result in the new status.

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