Consultas en el Reino Unido y en Cataluña
Las crisis económicas han obligado siempre a los políticos a
desplegar todas sus capacidades para
poner en práctica soluciones imaginativas. La profunda y duradera crisis que
estamos viviendo en sus distintas fases desde el año 2008 ha agotado los
recursos a disposición de los gobiernos, independientemente de su signo
político, para hacer frente a los desafíos de una situación cada vez más
peligrosa. En Europa, la severa política de austeridad impuesta por Alemania,
llevada a cabo sin duda por las buenas intenciones de control de la inflación, estrangula
el crecimiento económico, lo que se traduce en un aumento del paro, como está
ocurriendo en España.
Una difícil situación económica con poco margen de maniobra del
ejecutivo para recuperar los niveles razonables de déficit público, como es el
caso catalán, ha estimulado el malestar en parte de una sociedad proclive a
vivir de espaldas al proyecto nacional español. Por otra parte, los problemas
internos de partidos nacionalistas como CiU, con los escándalos de financiación
irregular con el dinero de Bruselas destinado a la formación no contribuyen a
serenar el ambiente.
Cualquier referéndum tiene como carta de presentación el
ejercicio de la libertad democrática de sus ciudadanos. Esto en principio es
bueno. Sin embargo, cuando los ciudadanos no ejercen sus derechos desde la
razón y se dejan llevar por sentimientos ancestrales, estimulados por políticos
de turno con intereses poco claros, la consulta se puede convertir en una
trampa que puede conducir a la fractura de la sociedad y la inevitable generación
de fuerzas centrífugas que rompen la cohesión y la necesaria convivencia en una
situación de crisis.
Las consecuencias e implicaciones de un referéndum sobre la
pertenencia o no a un país, no son las mismas que las de un referéndum sobre la
pertenencia o no a la Unión Europea, aunque ambas consultas sean de alguna
manera consecuencia de esta situación de crisis. La política del Reino Unido con
respecto a la Unión Europea siempre se ha caracterizado por una falta de
voluntad de entendimiento con Bruselas, y los euroescépticos no son un
colectivo insignificante. Por otra parte, no hay que perder de vista los
intereses financieros de la City que sufrirían un gran revés si se produce la
salida del Reino Unido, y al fin y al cabo, todo se reduce a la economía. Las
declaraciones de David Cameron, dirigidas a potenciar el papel de los
Estados-nación como alternativa a un proyecto europeo más centrado en los
ciudadanos, choca frontalmente con los planes de Bruselas.
En ambos casos, las consecuencias de un triunfo de los
separatistas en el caso catalán y los euroescépticos en el caso británico,
serían negativas tanto por el deterioro de las relaciones comerciales (Cataluña
tiene un intercambio comercial con el resto de España de más del 47% del total
de sus exportaciones, y en el Reino Unido las exportaciones a países fuera de
la Unión Europea son también importantes, aunque superan a las exportaciones al
resto de la Unión Europea), como por el nuevo horizonte de fragmentación y desestabilización
social que supondrían el nuevo status.
Referenda in the UK and in Catalonia
Economic crises have forced politicians to always deploy all its capabilities to implement creative solutions. The deep and lasting crisis we are experiencing at different stages since 2008 has exhausted the remedies available to governments, whatever their political colors, to address the challenges of an increasingly dangerous situation. In Europe, the severe austerity imposed by Germany, performed without doubt the good intentions of controlling inflation, strangling economic growth, resulting in a rise in unemployment, as is happening in Spain.
A difficult economic
situation with little room
to recover executive reasonable levels of
public deficit, such as Catalan, has stimulated the discomfort of a society
prone to live with
his back to the Spanish national project.
Moreover, internal problems as CiU nationalist
parties, with irregular funding scandals with
money from Brussels for training do
not contribute to calm the
atmosphere.
Any referendum is letter exercising
the democratic freedom of its citizens.
This is good in
principle. However, when citizens
do not exercise their rights through reason and feelings are driven by ancestral politicians turn stimulated with unclear interests,
the query can become a trap that can lead to fracture society
and inevitably generate centrifugal forces that break the necessary cohesion and
coexistence in a crisis situation.
In
both cases,
the consequences of a victory for the separatists in the case of Catalonia and eurosceptics in the
British case, would be negative by
both the deterioration of trade
relations (Catalonia has a
trade with the rest of Spain for more than 47%
of total exports, and in the UK exports
to countries outside the European
Union are also important, but exceed exports to
the rest of the European Union), and
the new horizon of social fragmentation and destabilization that would
result in the new status.
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